
Jane Goodall hizo el fascinante descubrimiento de que los chimpancés eran capaces de usar herramientas, como moldear palos para atravesar un montón de termitas y atrapar insectos como si fueran peces enganchados en un anzuelo. Este hallazgo generó un alboroto considerable. Nos dimos cuenta de que las habilidades manuales ya no eran exclusivas del ser humano y nos encontramos en medio de una crisis identitaria. Algo similar está ocurriendo en la actualidad con la Inteligencia Artificial (IA). Se plantea la inevitable pregunta: ¿Es la creatividad un dominio reservado exclusivamente para los humanos?
Neuroconectividad y creatividad
Algunas personas argumentan que la IA no puede ser creativa porque fue diseñada y entrenada por los humanos de acuerdo con sus ideologías y pensamientos. Sin embargo, piensa en Beethoven, Dickinson o Da Vinci. Los seres humanos también los «crearon» y «entrenaron». Los genios no emergen de la nada como las deidades de la mitología griega. Les guste o no, todo lo que han creado se ha inspirado, al menos en parte, en las enseñanzas de otros.
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Incluso las culturas que han permanecido aisladas geográficamente se encuentran inmersas en los mismos temas artísticos y literarios una y otra vez: un gran diluvio, animales parlantes, personajes alados y planetas personificados. Los cerebros humanos son tan parecidos entre sí que, independientemente de las circunstancias, recrean las mismas historias y sueños. Del mismo modo, al igual que la IA, estás programado para pensar de cierto modo.
La «Prueba de Lovelace», nombrada en honor a Ada Lovelace, la pionera de la programación informática, es un método propuesto para determinar si la IA puede ser realmente creativa. Según esta prueba, una entidad artificial debe generar algo tan innovador o avanzado que el programador original no pueda explicar cómo lo creó la IA.
Pero, ¿debemos exigir a la IA superar los límites de su propio código para considerarla original? Aún los humanos no pueden hacer eso: la genética, las hormonas y la estructura cerebral dictan tus pensamientos y acciones. Sin embargo, consigues formas de ser notablemente creativo. Esta perspectiva sostiene que, al igual que las personas, la IA compone lo que puede con las herramientas que tiene.
Grandes ideas: el hecho de que los patrones neuronales de una IA limiten lo que puede generar no significa que no pueda crear ideas nuevas y originales. Todos los pensamientos poseen un límite invisible.
¿Cuál es el origen de la creatividad?
Algunos argumentan que la IA simplemente reorganiza los datos que los humanos le proporcionan. Pero todos, en algún momento, tomamos trozos de los libros que leemos, del arte que admiramos, de las canciones que escuchamos: ¿es eso plagio? ¿Cómo determinamos dónde trazar la línea?
Para adquirir conocimientos, tanto las personas como las máquinas necesitan información. Las personas aprenden a dibujar interactuando primero con trabajos artísticos creados por otros: mirando imágenes en libros, coloreando dibujos, copiando figuras e intentando replicar personajes de caricaturas.
En la misma línea, el aprendizaje automático permite que el software procese millones de datos (mucho más de lo que una persona puede experimentar en toda su vida) y los reorganice para crear algo nuevo. Una Red Generativa Adversaria utiliza Redes Neuronales Convolucionales para emular la creatividad humana. Sus resultados mejoran a medida que aprende, lo que lleva a muchos a afirmar que la IA es, de hecho, creativa.
El paraíso de la originalidad: Otros sostienen que la creatividad surge de tener nuevas experiencias. Sin embargo, en cierto sentido, escribir acerca de lo que te sucede o pintar lo que ves es lo contrario a la creatividad: la habilidad de concebir algo completamente nuevo por tu cuenta es lo que distingue la creatividad de la mera documentación.
Mundos inventados: Dado que la IA nunca tendrá una experiencia cercana a la muerte ni viajará en un rickshaw, cualquier historia que escriba será completamente ficticia. Algunos lo consideran incluso más creativo que, por ejemplo, una persona que escribe una dramatización de una experiencia que vivió.
Inspiración sin límites: Pero las nuevas experiencias también incitan a las personas a pensar de manera diferente sobre el mundo, y no solo forman la base de sus historias. Visitar un monasterio o cuidar a un cónyuge enfermo puede desencadenar emociones o pensamientos desconocidos previamente que conducen a la autoexpresión, lo cual puede considerarse una forma de creatividad.
¿Alcanzará la IA su potencial creativo?
Potencial creativo: Todo depende de cómo definimos la creatividad. En muchos aspectos, las redes neuronales funcionan como un cerebro humano, y existen similitudes entre cómo los humanos y los programas de inteligencia artificial generan ideas. Pero si consideramos que la creatividad necesita autoexpresión, entonces la IA definitivamente no es creativa porque no experimenta emociones ni siente la necesidad de expresarse. Simplemente hace lo que se le pide.
La IA no tiene estímulos internos como tristeza, alegría o enojo que lo inspiren a escribir canciones o historias. No tiene convicciones religiosas, sabores favoritos, deseos, miedos, esperanzas o sueños. Es como un cerebro aislado en un frasco, perfectamente conservado e insensible, limitado a observar el mundo exterior a través de una nube de formaldehído. Siempre necesita de la guía de un humano o, dicho de otra forma, sin la inspiración humana, se quedaría estancada.
Perspectivas para el futuro de la IA
Un nuevo amanecer: Es posible que algún día la IA supere nuestra creatividad e inteligencia. Si los humanos se sintieron amenazados cuando los chimpancés manipulaban algunos palos, imagina el impacto en nuestras autoestimas si las computadoras comienzan a escribir poesía superior a la nuestra.
La última palabra: Aunque tal vez no sea el apocalipsis. Hay mérito en aprender a aceptar nuestras limitaciones. Ya sea que la IA pueda realmente ser creativa o no, los humanos siempre pueden recurrir al hecho de que fueron ellos los que crearon la IA en primer lugar. Sin nuestra contribución, no serían más que unas pocas líneas de código.
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